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Las 5 cosas que aprendí cuando dejé de gritarles a mis perros

Las 5 cosas que aprendí cuando dejé de gritarles a mis perros

Tener perro parece tarea fácil y apta para todo el mundo, sin embargo debido al modo de vida, la presión social, etc…que llevamos, sufrimos y sufren nuestros perros en muchos casos  (no todos por supuesto) ocurre que nos vemos envueltos en una convivencia llena de frustración y malos entendidos.

El día a día se hace horroroso y no nos permite recordar que nuestro perro está deseando disfrutar con nosotros, que lo puede estar pasando igual o peor que nosotros.

Esa frustración nos lleva a gritar, reñir, corregir ó castigar a nuestros perros.  No porque no queramos a nuestros perros, sino porque…la frustración , el cansancio, la acumulación de problemas diarios, la falta de herramientas…hacen que ellos de algún modo lo paguen, y que empeoren las situaciones y la relación. El día a día se acaba convirtiendo en una vorágine.

Siempre explico que un perro no es un coche teledirigido con botón acelerador, decelerador, on, off..y , porque es un ser vivo, sintiente…con emociones… y toma decisiones. Muchas veces nuestras expectativas no son reales ni acordes a su edad, estado físico ó a su estado emocional.

Sin quererlo, nuestra expectativa muchas veces es un perro «perfecto» ….cuando nuestro perro ya es perfecto y simplemente debemos aceptarlo.

Si hay algo que mejorar, pues manos a la obra con información y formación adecuada.

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Así que… lo que aprendí cuando dejé de gritarles a mis perros fue:

1- No tengo perros perfectos, tampoco quiero perros perfectos, quiero que sean perros

Mis perros son perfectamente imperfectos. Hacen perrerías, se revuelcan en olorosas cacas, no les gustan algunas situaciones, al igual que a mí y así lo comunican. Ellos también se enfadan. Llegan a casa y se restriegan en la pared. Estoy leyendo y me ponen las patas en la cara. Han robado alguna barra de pan de algún incauto…

A veces no saben comportarse porque emocionalmente no pueden. Son perros!

He aprendido a aceptarlos y amarlos como son, cada uno con su personalidad. A retomar la comunicación desde el punto de vista de cada perro. Unos más pegajosos que otros, otros ladronzuelos ó refunfuñones. Siempre espontáneos y a veces caprichosos. Son imperfectamente perfectos. Son perros.

2-La perfección de lo imperfecto

Cuando dejé de gritarles a mis perros aprendí que no necesito ser una persona perfecta y de que ellos no tienen que ser perros perfectos.

Soy humana, mis perros lo saben, ellos me prefieren natural, segura y feliz. Gritarlos genera frustración e infelicidad por ambos lados. Yo también los prefiero naturales y felices. No necesito un perro robot, si fuera así me hubiera comprado uno de juguete. Prefiero un perro que sea y actúe como un perro.

3-Quiero que mis perros se sientan seguros conmigo

En general cuando un perro llega tenemos ni idea de cómo se cría un perro (sobre todo a nivel emocional), al principio todo es improvisado y luego si sabes mucho puedes caer en la paranoya y la sobreprotección siendo contraproducente.

Adoptamos un perro y damos muchas cosas por hecho y nuestras exigencias son brutales. Nada más llegar baño, pelu, paseos interminables…y no es eso lo que necesita porque lo que necesita…es confiar en tí.

Muchas veces no planificamos nada, a veces no es necesario, aunque en muchas ocasiones sí es necesario.

El entorno que decidimos para ellos no es el más adecuado, incluso nuestro modo de relacionarnos.

Simplemente quiero ser para ellos el referente de seguridad que necesitan. Unas veces consolar, otras proteger y otras dejar que se equivoquen y aprendan ellos mismos. Cada perro es diferente. Ser un buen referente implica un compromiso, una coherencia y un crecimiento personal durante toda la vida y no… no hace falta gritar, porque el gritarles sólo les incomoda y causa miedo.

4-La presión social me da igual

Existen personas que fingen perfección para aparentar. Personas que dan consejos de parque y televisivos que no sirven y empeoran las situaciones. Personas que exigen que grites y riñas a tu perro. Personas que simplemente quieren presumir. A todas esas personas ni os hago caso ni me importa su opinión, porque no es constructiva ni real bajo el conocimiento ni la convivencia. Simplemente presionan para lo que su exigencia social requiera. No voy a reñir ni castigar a mi perro porque tú lo creas conveniente. Los que conviven conmigo son mis perros no tú.

Tengo amigas y amigos, profesionales y propietarios, con los que puedo ser sincera, abrirme y mostrar mis miedos, preocupaciones y alegrías. Buscamos alternativas y nos apoyamos. Ellos sí que son ayuda,lo otro no.

5-Aprendí a superarme a mí misma

No dejan de enseñarme todos los días. Me enseñan en qué se basa la empatía y el respeto. También a comprender al otro aunque sea diferente a mí. Me enseñan paciencia y aceptación. Me enseñan a superarme a mí misma, superar mis miedos, a ser mejor ser humano queriendo entenderlos y ponerme en su lugar. A perdonarme y a perdonarlos y volver a creer que la fé existe y que puedo tener fé en que las cosas van a ir a mejor.

Me han enseñado a vivir en el ahora y que con más o menos siempre se sale adelante.

No son necesarios los gritos, podemos lograrlo.

Me reinvento todos los días, me retan en mayor o medida a ser mejor. No cambiaría nada por ser quien soy ahora y quien seré acompañada de mis perros.

No tengo perros para satisfacer mi ego. Tengo perros que son mi familia. Intento darles y educarles con lo que cada uno necesite  realmente y respetarlos. Intento devolverles todo lo que ellos me dan.

No todos los días no son flores ni es el mundo piruleta, aunque hay días malos, estoy convencida de que es porque tenemos que cambiar y mejorar, y que mañana será mejor y  más convencida estoy de que no hay que gritarles a los perros.


 

Espero dar  lugar a reflexión porque el objetivo es que todos y todas crezcamos para mejorar la convivencia con nuestros perros.Para cualquier consulta aquí me tenéis. Gracias por pasaros!

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